Patinar por la noche (y por el día) en la madrileña Plaza de La Luna es como montarse en la gran montaña rusa de las situaciones. Lo mismo estás tan tranquilo discutiendo con los homeless locales acerca de la Teoría del Conocimiento de Kant, que echando un skate con Patricia Conde, que intentando conseguir un lanzallamas en la tienda de chinos más cercana.
Qué tía más maja, es una pena que luego vaya con capullos como el del canto del loco y mierda así.
ResponderEliminarLo que no se vea en esa plaza ... lo curioso es la comisaría, que está a menos de 100 metros y en la plaza se trapicheaba de todo.